miércoles, 16 de febrero de 2011

"Tengo registro, pero no manejo"


Si estás entre el 33 por ciento de las personas que tienen licencia de conducir pero no se animan a ponerse al volante, no te frenes más: leé esta nota y poné primera

De chicas, soñamos con ser como Penélope Glamour, de Los autos locos, y manejar un descapotable, ataviadas con casco y unos anteojos de sol divinos. Pero lamentablemente, para la mayoría, eso está lejos de ser posible. Nosotras tenemos que conducir mientras pensamos en las diez millones de cosas que tenemos que hacer, por calles y autopistas caóticas, sin olvidar que a veces llevamos medio jardín de infantes jugando, cantando o gritando en el asiento de atrás; o lo que es peor, tenemos sentado como acompañante un novio, un marido o un padre cuyas únicas palabras son "cuidado" o "frená".

Frente a este panorama, muchas mujeres optan por no usar el auto. Ellas son las que -pese a saber manejar, tener registro (para lo cual hicieron cursos y más cursos) e incluso auto- "prefieren" movilizarse en taxis, colectivos, subtes y todo aquel transporte que se les cruce en el camino, todo sea por no sentarse frente a un volante; o bien manejan, pero descartan absolutamente la posibilidad de entrar en una autopista, cruzar un puente extenso o estacionar. ¿Formás parte de este selecto grupo? Informate y repensá tu abstinencia automovilística.

No estás sola

Si bien seguramente estás convencida de que sos la única persona en el universo capaz de tener un auto y no usarlo, como ocurre con muchas otras, la amaxofobia (miedo a conducir) es más frecuente de lo que creés. De hecho, varios estudios realizados en el exterior y en el país indican que el 33 por ciento de la población sufre esta problemática, y que de esa parcialidad, el 21 por ciento son mujeres. No sólo las chicas le tenemos miedo al volante. Las investigaciones y los profesionales remarcan que los hombres también padecen amaxofobia, aunque su forma de exteriorizarlo es muy diferente de la nuestra. Mientras que nosotras nos ponernos a llorar en medio de la avenida Cabildo, ellos optan por insultar al auto de al lado o, incluso, llegar a las manos.

Analizá tus razones a fondo

Generalmente, la decisión de no manejar es personal y está fundamentada en la incomodidad, la responsabilidad y el gasto que implica tener un auto, o simplemente en la falta de ganas. Pero también puede ser consecuencia de algo interno: el recuerdo de una experiencia traumática de la infancia, la adolescencia o el pasado cercano que vos podés haber protagonizado, provocado o simplemente presenciado. Según lo que recomiendan tanto los psicólogos como los instructores de manejo, este tipo de situaciones tiene que ser abordado específicamente y antes de comenzar el decimoquinto curso consecutivo en la misma autoescuela de hace diez años, en la que ya todos te conocen, ¡y hasta te hacen descuento!

No es imposible

"Estudié, me recibí, me casé, soy exitosa en el trabajo y me ocupo de educar a mis hijos, pero no puedo llevarlos al colegio en mi auto." ¡Dejá de ponerte presiones! No está mal pensar que hay algo que "no podés" hacer, porque justamente ése es el primer paso para empezar a cambiar la situación. Quiere decir que, después de enojarte con vos misma y de enfrentarte con la realidad de que algo te falta -puede ser, por ejemplo, el hecho de tener que viajar incómoda a tu trabajo cuando sabés que un auto te facilitaría las cosas-, por más que tengas que recurrir a cientos de cursos -y aunque de cuando en cuando, al terminar las clases, te lleves alguna frustración-, lo importante es que sigas y te preocupes por mejorar todos los días.

Capacitate... Saber cómo cambiar una goma no le hace mal a nadie

Seguramente, nunca te imaginaste tomando un curso de mecánica. Menos aun, cambiando una goma. No te preocupes: para poder "darle vida" a tu registro, no hace falta tanto, pero si querés mostrárselo a alguien más que a la persona que te atiende cada vez que vas a renovar (porque no manejás, pero cumplís ese trámite a rajatabla aun sin saber por qué), tal vez la solución sea tomar algún curso extra, recurrir a un instructor de manejo o pedirle ayuda a algún familiar que pueda enseñarte aquellas cosas que parecen absolutamente obvias. Este recurso está muy bueno para las mujeres que no tocan un auto porque, muy en el fondo, saben que el problema está en la falta de formación técnica y en la inseguridad que eso genera.

¿La fórmula mágica? El paso a paso

Es innegable: por lo menos al principio, la marcha atrás es imposible. Entonces, ¿por qué, apenas sacás el registro, te empeñás en estacionar de culata en medio de una calle sumamente transitada? Frente a eso, es esperable que te acobardes y que no quieras nunca más en tu vida subirte a ese maldito auto o acordarte de que tenés registro. La clave para que eso no pase es ir de a poco. ¿O vos creías que la famosa P de "principiante" se había inventado exclusivamente para avergonzarte a vos? Por eso, ponete metas cortas: si lo necesitás, viajá acompañada; cuando lo consideres necesario, volvé a las clases de manejo, pegá un grito o llorá si creés que eso puede hacerte sentir mejor; y sobre todo, festejá cuando hayas podido subir un puente o atravesar el Ramal Pilar sin sufrir un colapso en el intento?

El dato: La palabra "amaxofobia" deriva del griego y es una conjunción entre "amaxo", que significa "carruaje" en ese idioma, y "fobia", que hace referencia al miedo a algo.




Herramientas para sentirse mejor
Si intentar manejar te produce taquicardia, temblores o ataques de pánico, es importante que consultes, porque hay muchas opciones que pueden ayudarte a estar mejor. Algunas de ellas:
Grupos/encuentros de coaching. Contrariamente a lo que podés imaginarte, concurrir a un grupo para personas que están en tu misma situación o anotarse en un curso de coaching no implica terminar cantando una canción de la mano de la persona que está sentada al lado tuyo. El objetivo es que descubras cuáles son tus debilidades y tus puntos fuertes.
Movimientos oculares, desensibilización y reprocesamiento (EMDR). Desarrollada en 1987 por la Dra. Francine Shapiro, esta técnica apunta a producir -mediante movimientos oculares, sonidos o estimulación táctil- un flujo de información entre ambos hemisferios cerebrales que pueda ayudar a "destrabar" recuerdos traumáticos, fobias o situaciones que hayan disparado cuadros de estrés postraumático.
Terapia cognitivo-conductual. Considerada una opción para los trastornos de ansiedad, este tipo de abordaje psicoterapéutico no convencional, que utiliza técnicas de relajación, se caracteriza por la brevedad del tratamiento y la dinámica de las sesiones. ¿Una clave para su aplicación al miedo a manejar? Los terapeutas te acompañan en tus primeros viajes, diseñan recorridos cortos y planifican "paradas" estratégicas.

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