lunes, 7 de febrero de 2011

¿Existe la envidia sana?


En nuestra sociedad no estamos acostumbrados a hablar de las emociones. Esto hace, entre otras cosas, que tengamos un pobre diccionario emocional. Pero es más, ¿hacemos un buen uso de las palabras que conocemos?

El desconocimiento de palabras para designar las emociones hace que a veces la identificación de las mismas no sea la correcta. A veces incluso podemos llegar a tergiversar las palabras para cambiar su significado. Además, este mal uso se puede extender de forma que una amplia mayoría entienda lo mismo con la misma palabra, sin que esta sea la adecuada. Pero también puede crear malentendidos.

Es lo que sucede con la emoción de la envidia. Para algunos es una emoción desagradable, sin lugar a dudas. Para otros, puede ser desagradable o agradable, según la situación. Esta última sería lo que conocemos como “envidia sana”, muy al uso hoy en día. La describiríamos como el sentimiento de alegrarnos por lo que el otro tiene y que nosotros también deseamos. ¿Es esto realmente envidia? ¿O es otra emoción?

En su libro “Diccionario de los sentimientos“, J.A. Marina y M. López Pernas incluyen la palabra envidia, junto con los celos, dentro de las representaciones básicas en las que el bien de una persona provoca el malestar en otra. Así definen la envidia: “la percepción del bien de una persona provoca un sentimiento negativo de malestar, rabia o tristeza. Con frecuencia se considera a la otra persona culpable de ese malestar, humillación o desdicha“. Como antónimos de la envidia se presentan el amor, la congratulación y la generosidad.

Según esta definición, sería imposible congratularnos por algo que otra persona tiene y sentir envidia. Esa emoción quizás esté más cerca de ser deseo, “la percepción de algo bueno o atrayente, o la conciencia de una necesidad o carencia,…“. O tal vez tengamos que buscar otra palabra como admiración, anhelo, etc. ¿Alguno se imagina describir la emoción del enfado como enfado del bueno, o enfado del malo? ¿O la tristeza, la alegría, el rencor,…?

La correcta identificación de las emociones es importante para poder regularlas mejor, y también para aceptarlas como emociones propias y ver las necesidades que nos están mostrando. La emoción de la envidia se ha mantenido hasta hoy en día, por lo que tiene alguna función que deberíamos atender.

La adjetivación de la palabra envidia con la palabra “sana” puede haber ayudado al mal uso de este término, quizás con el afán de hacernos sentir mejor ante una situación en la que sentimos envidia, pero que no es “políticamente correcta“. No está bien visto sentir envidia de amistades, familiares, etc.; lo que debemos hacer es alegrarnos de lo que tienen.

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