domingo, 23 de diciembre de 2012

El fin del mundo segun los mayas. 21 de diciembre de 2012


Entre los años 800 y 900 de nuestra era se produjo el hiato maya, una forma de decir que se fue al traste su delicada, a la par que sangrienta, civilización. Los mayas se esfumaron con su sabiduría y contradicciones aunque dejaron descendientes y estelas y calendarios cuyos glifos poco a poco van siendo descifrados. Una de esas piedras grabadas es la del Monumento 6 de El Tortuguero (Tabasco), lanzada a la fama mundial por una interpretación absurda de su contenido. No habla del fin del mundo sino del periodo final de un gobernante maya, Bahlam Ajaw (Señor Jaguar), y de que vendría un nuevo ciclo en el "13.0.0.0.0 -4 ahau 3 kankin", fecha maya que coincidiría acaso con la del 23 de diciembre de 2012. Hoy, precisamente. Asimismo en esos jeroglíficos se alude al descenso a la Tierra de Bolon Yokte, una divinidad difícil de interpretar, oscilando entre el dios de los nueve pasos y los nueve dioses mayas asociados a catástrofes. Ahí no hay augurio alguno de apocalipsis, concepto que no existía tal cual en los calendarios mayas. La fecha maya mencionada indica el término del décimo tercer baktun (un periodo de 144 mil días), y significa simplemente que empieza el siguiente baktun, o ciclo. No existe, pues, un vacío, ni un agujero negro, ni un cataclismo cósmico. Todo está bajo control, y es lo que ha tenido que precisar Charles Bolden, administrador de la NASA, especialmente por lo que se refiere al día 23 de diciembre, señalado por algunos como el día del black out en el planeta. Ese gran apagón, con duración hasta el día 25, se produciría a resultas de un falso alineamiento planetario, y desde luego es otra filfa. Pero ya se sabe, hay quienes prefieren ponerse al margen de la ciencia, de la razón, y hasta de la idea de que bastante crisis es la que padecemos como para echarle apocalipsis mayas. Causa estupor la abundancia de Nostradamus de vía estrecha que han salido. Lo mismo que los tantos agoreros que se han tirado a la yugular de este mes sin dejar de prever ni un renglón del catastrofismo para el periodo entre el 21 y el 25 de diciembre con su apogeo el 23. Terremotos, tormentas solares, colisiones con asteroides fantasmales como Nibiru. Y desplazamientos de la rotación terrestre, y alineamientos galácticos descomunales. Nada falta en ese capón relleno de mentiras preparado por algunos vivos para estas Navidades. Como recuerda el antropólogo norteamericano George E. Stuart, los mayas no se lanzaron como locos, siendo sutiles astrónomos, a profetizar el fin del mundo. Cuestión distinta es que sufrieron el llamado hiato de su civilización tras una larga cadena de desastres (revoluciones, sequías, terremotos…), todos ellos registrados con sus fechas en sus centros ceremoniales: "Piedras Negras, 795; Palenque, 799; Bonampak, 800; Quiriguá, 809; Tikal, 869; Uaxactún, 889". Pero todo eso es arqueología, no el Armagedón que se ha montado con un despliegue de bulos de internet, más letales que el fatal alineamiento de planetas, junto a interpretaciones torticeras del calendario maya. Es como la gran lotería del fin del mundo. Intereses comerciales y ganas de esoterismo han llevado a decir que eso es lo que va a tocar, y si no paciencia, ya habrá otra ocasión. Para lo cual se prefiere la fecha solsticial del 21 de diciembre cuando la piedra maya en que se inspira este fraude, que lo es a escala planetaria, lo que sugiere es que el domingo 23 culminaría el decimotercer baktun dentro de la cuenta larga que empezó el año 3114 antes de Cristo (el 0.0.0.0. 1 de los mayas). El 23 de diciembre es la fecha maya que dan como auténtica expertos como José Luis Cruz Romero, director en Tabasco del INAH (Instituto Nacional de Arqueología e Historia de México). Así pues, todo el problema se reduce a que el mismo día 23 empezaría un nuevo ciclo de la cuenta larga, otro baktun, y por delante tiene otros 5.126 años. Todo arrancó cuando el arqueólogo Michael Coe introdujo de pasada la palabra Armagedón en su libro 'The Maya', de 1966. Los vivos se lanzaron a encontrar alguna apoyatura, o si no a inventarla, en los glifos mayas. La víctima en este caso fue una lápida grabada del Monumento 6 de El Tortuguero. En realidad es uno de los siete fragmentos de un monumento grabado por los mayas hacia el año 669. Cuatro de esos trozos, que forman una especie de letra te, figuran en el Museo Carlos Pellicer Cámara de Villahermosa (Tabasco), y los otros tres se encuentran en Estados Unidos (uno en el Metropolitan Museum de Nueva York y dos en manos privadas en Boston). Pues bien, solo en uno de los fragmentos se lee la ya famosa profecía que atañe al guerrero maya Bahlam Ajaw. Según la traducción de los expertos en glifos mayas Sven Gronemeyer y Barbara MacLeod, hay que leer: "...el 4 Ahaw 3 Kankin/ocurrirá una visión/es la muestra de Bolon Yokte/en una gran investidura". Nada serio que temer pese al frenesí de quienes han dado a la máquina del negocio apocalíptico, el turismo de catástrofes, y los kits de supervivencia (en Siberia con botella de vodka incluida). Se quiere ignorar que hay más piedras y estelas mayas enterradas que las cerca de 5.000 que han sido estudiadas aun con incertidumbre y margen de error. Alguna de ellas lleva indicaciones de otro posible final de ciclo, no de la Tierra, que ocurriría en el año 7000. Entretanto la primera ministra australiana Julia Gillard en 'Triple J', programa satírico de la televisión de su país, ha dado la verdadera alerta: "El fin del mundo se acerca, pero seguiré luchando con vosotros contra los zombis caníbales y el pop coreano". Y es que encima se quiere vincular el fin del mundo con los 1.000 millones de visitas que estos días alcanzará en youtube la innombrable danza del Caballo, estilo Gangnam, del rapero coreano Psy. Como esa cifra de los mil millones contiene nueve ceros se acopla a la predicción maya: van a venir los nueve dioses que encierra Bolon Yokte, dios de la luz y de las tinieblas. Este planeta azul, quizás algo virado por el dióxido de carbono y demás poluciones, lleva girando 4.000 millones de años y todo indica que seguirá haciéndolo, sin salirse de su eje y sin que venga el Bolon Yokte Nono ni nada parecido. Otra cosa es que profetas falsos, amén de buscadores de la salvación a través del Grial, y de especuladores turísticos, quieran pescar algo en las aguas revueltas del fin de todo, menos de lo propio. Incluso algunos sedicentes chamanes mayas se han sumado para hacer conjuros y pasadas con humo de copal y ganar unos pesos, o unos quetzales, siendo previsiblemente muy dura la vida después de un apocalipsis que no llega.

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